Confieso que siempre he sentido un poco de celos de esa mujer alabada por quienes la conocieron como sensible, de refinada educación y cultura.
Mayormente este sentimiento, unido al de admiración, está provocado por su linda historia de amor con el patriota camagüeyano Ignacio Agramonte Loynaz, el esposo adorado y padre de sus hijos Ernesto y Herminia.
Foto: Tomada de Juventud Rebelde Sigue leyendo